martes, 28 de diciembre de 2010

Hasta los jamones son racistas, LA LECHE JODIA!

Si hubiera escuchado la noticia hoy 28 de Diciembre me habría  reído, pero por desgracia no lo era. Por si alguno no conoce la historia, la resumo brevemente: un profesor de Cadiz tuvo el atrevimiento de comentar en clase de Geografía que, debido a la climatología de Trevélez, los jamones se curaban a la perfección. Cuál no sería su sorpresa cuando un alumno musulmán se levantó solicitando la inmediata anulación del ejemplo utilizado. El maestro entonces explico que en sus clases no se tenia en cuenta religión alguna a la hora de la explicación y, ni corta ni perezosa, la familia del alumno interpuso denuncia ante la policía nacional por "maltrato de obra, racismo y xenofobia".
  Como dice el refrán, siembra vientos y recogerás tempestades. Los políticos nos han sumido deliberadamente en una grave crisis de identidad inducida. Y no me refiero sólo a la religión (allá cada cual que es muy libre), sino también a la cultura, a valores propios y sociales, en definitiva a la forma de vida en un país, y todo con el único propósito de modelarnos a su antojo, según sus ideas, valores, actitudes... votos para el futuro. Debido a esa falta de valores e identidad, sufrimos los españolitos de a pie "la pesca en aguas revueltas" de pescadores ajenos del reino de Taifas en el que nos hemos convertido

En estos dias.

En estos días, quien llora la ausencia de los que se fueron deberían recordar a los que se quedan, que todo es nada al lado de una silla vacía. Que no importa la carne de cordero ni el pavo frío, ni el mantel arrugado, ni una copa mas alta que otra. Que solo la presencia del ser querido llenaría el silencio de las noches mas largas, el sonido de las campanas queda amortiguado en nuestro cerebro pues tenemos la mente ocupada en el recuerdo del que no está, y que nada ni nadie será capaz de interceder para cambiar las cosas. Porque las cosas son así. Y lo que diferencia a los seres humanos es su actitud ante lo que es, y lo que no es, y punto. Sus reacciones, sus respuestas, sus estados de ánimo. En estos días, ponerse en el lugar del otro o buscar el punto de encuentro entre almas que vuelan separadas debería ser la meta de cada uno de nosotros. Sonreír, a pesar de todo. Brindar de corazón. Mirar a los ojos, detener la mirada y saber que normalmente, todos hacemos lo que podemos. Pero no. En estos días laten rencores, compromisos, mochilas que pesan como el cemento. Cualquier detalle es la causa de un tsunami que arrastra las buenas intenciones y saca a la luz las uñas afiladas, y los secretos mejor guardados acaban machacando a quien pretendía protegerse del exceso de confianza de los más cercanos, y que tienen tanta información sobre tí que pueden sacar demasiadas conclusiones. La familia. La misma que se reúne a regañadientes alrededor de un caldo navideño y finge ser feliz, cuando podría llegar  a serlo cada minuto de su vida. Sólo por estar juntos y por estar ahí, por compartir, por conversar, por recordar, a pesar de las diferencias y las dificultades, a pesar de un mal tono o de una mala solución, a pesar de no haberlo conseguido  o de haber conquistado la mitad del sueño, o de vivir más de una pesadilla, a pesar de no verlo claro y de pensar que sí, y a pesar de ti mismo y de lo que esperabas dar y recibir.
 Por que estás aquí, y estas con ellos. Con nosotros.Así que venga, inténtalo.
Sonríe. Por que a lo mejor te devuelven la sonrisa. Y a lo mejor descubres que as perdido la mitad de tu tiempo gruñendo y vomitando al prójimo tu forma de percibir la vida. Eludiendo tu responsabilidad de ser simplemente uno más, y desde ahí, amar y ser amado. Ponlo fácil, que somos muchos y estamos más solos que la una. Y te necesitamos para construir. En estos días. !Por qué no.!